lunes, 30 de marzo de 2009

Lecciones de Vida

Por Mauricio Arreola.

Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mi mismo y conocer el valor que tengo en Dios.
Temía fracasar, hasta que me dí cuenta que únicamente fracaso si no lo intento.
Temía al éxito, hasta que me dí cuenta que tenía que probarlo para estar feliz.
Temía lo que gente opinaría de mí , hasta que me dí cuenta que de todos modos opinarían de mi.
Temía me rechazaran, hasta que entendí que debía tener fe en Dios y en mi mismo.
Temía al dolor, hasta que aprendí que éste es necesario para crecer.
Temía a la verdad, hasta que descubrí la fealdad de las mentiras.
Temía a la vida, hasta que experimenté su belleza.
Temía a la muerte, hasta que aprendí que no es el final, sino más bien un comienzo si estoy con Dios.
Temía a mi destino, hasta que me dí cuenta que Dios me dio libre agencia para cambiar mi vida.
Temía el odio, hasta que me dí cuenta que no es otra cosa más que ignorancia.
Temía al amor, hasta que éste tocó mi corazón e hizo que la oscuridad desapareciera y llegarán días soleados.
Temía al rídiculo hasta que aprendí a reírme de mi mismo.
Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a dia.
Temía al futuro, hasta que comprendí que la vida iba mejorando día con día.
Temía al pasado, hasta que comprendí que no podía herirme más.
Temía a la oscuridad hasta que ví la belleza de la luz de una estrella.
Temía a la luz, hasta que aprendí que la verdad me da fortaleza.
Temía al cambio, hasta que ví que aún la mariposa más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.
Temía a todo, hasta que comprendí que mi fuerza está en el Señor.

2a Timoteo 1:7
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

jueves, 26 de marzo de 2009

La leccion del Hijo Prodigo

Por David Wilkerson


La Biblia dice, “Y cuando aún estaba lejos [el hijo pródigo], lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó” (Lucas 15:20).

Yo creo que el hijo pródigo volvió a casa por lo que había vivido con su padre, por la historia que tenían. Este joven conocía el carácter de su padre - y aparentemente había recibido un gran amor de él. Él debió de haber sabido que si retornaba, él no sería condenado por sus pecados ni les serían echados en cara.

Note cómo el padre del hijo pródigo lo recibió en tal lamentable estado. El joven tenía intención en ofrecer una confesión de todo corazón a su padre. Pero cuando él vio a su padre, él no tuvo la oportunidad de confesar completamente. Su padre lo interrumpió corriendo hacia él y abrazándolo.

El joven sólo pudo pronunciar el comienzo de su disculpa, diciendo, “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo” (v. 21). Pero su padre no esperó a que terminara. Para él, el pecado del joven ya había sido saldado. La única respuesta del padre fue dar una orden a sus siervos: “Pónganle el mejor vestido a mi hijo y anillos en sus dedos. Preparen un festín, porque vamos a celebrar. Regocíjense todos – mi hijo está en casa.” Él conocía el corazón de su hijo. Él sabía que se había arrepentido completamente.

El pecado no era el tema para este padre. El único tema en su mente era el amor. Él quería que su muchacho sepa que fue aceptado aún antes de que él pudiese pronunciar una confesión. Y ese es el punto que Dios quiere mostrarnos a todos: Su amor es más grande que todos nuestros pecados. “Su benignidad te guía al arrepentimiento” (Romanos 2:4).

martes, 24 de marzo de 2009

No puedo hablar contigo, a menos que...

Por David Wilkerson

Lamentablemente, un gran número de Cristianos no conocen la voz de Dios. Algunos pasan meses, aun años sin recibir una palabra íntima del Señor en su hombre interior. A algunos Dios les habló un tiempo. Pero con el pasar de los años, ellos han aprendido a silenciar la voz de Dios en sus corazones. Otros se han apartado de ver tantas tonterías entre aquellos que creen que cada palabra que les viene a sus mentes es divina. Esas personas se jactan que “Dios me dijo”- ¡cuando “la palabra” que escuchan es sólo la voz de su carne codiciosa!

Si usted quiere conocer y escuchar la voz de Dios en los días que vienen, debe de estar listo para escuchar sobre limpieza antes que él le hable de dirección. Muchos Cristianos quieren que Dios les diga cómo seguir teniendo lo que han ganado, cómo proveer para sus familias, cómo mantener sus negocios o sus carreras a flote. Pero la verdad es que, antes que Dios nos dé una voz de dirección en cualquiera de estos temas, él nos hablará de sus mandamientos.

“Esto os mando: Que os améis unos a otros” (Juan 15:17). Dios primero le hablará a usted sobre su comportamiento en su hogar con su esposa e hijos – sobre su temperamento fuerte, sus rencores, su espíritu que no perdona. Él le mostrará cada secreto oculto que usted tiene – y él le dirá de una manera amorosa, “Yo quiero ser tu consejero, tu abogado, tu guía, tu protector, tu proveedor. Yo quiero caminar contigo a través de cada prueba y problema. Y yo quiero darte mi favor, bendecirte, y cuidarte con mi Espíritu. Pero primero, tienes que ser honesto conmigo acerca de los ídolos escondidos que tienes en tu corazón. Ahora mismo, tú los tienes – ¡pero debes entregarlos! ¡Tú y yo simplemente no podemos caminar juntos a no ser que estemos de acuerdo en estos asuntos del corazón!

Muere a ti mismo

Una buena reflexión de Mauricio Arreola:

Cuando eres olvidado, rechazado o dejado de lado a propósito, y no te afliges, ni te dueles con el insulto o con el descuido, sino que tu corazón está contento, teniendo como valioso el sufrir por Cristo, estás muriendo a ti mismo.

Cuando se habla mal de las cosas buenas que has hecho, cuando tus deseos mal interpretados, tu consejo es pasado por alto, tus opiniones ridiculizadas y no permites que el enojo surja en tu corazón, ni siquiera tratas de defenderte a ti mismo, sino que lo tomas todo con paciencia, en silencio amoroso, estás muriendo a ti mismo.

Cuando soportas en forma paciente y amorosa cualquier desorden, irregularidad, impuntualidad o enojo; cuando te encuentres cara a cara con lo superfluo, con la insensatez, con la extravagancia, con la insensibilidad espiritual y permaneces tal como permaneció Jesús, estás muriendo a ti mismo

Cuando estas contento con cualquier comida, con cualquier ofrecimiento, en cualquier clima, en cualquier sociedad, con cualquier vestimenta, con cualquier interrupción que este de acuerdo con la voluntad de Dios, estás muriendo a ti mismo.

Cuando nunca te preocupas en referirte a ti mismo en la conversación, o de indicar tus propias palabras buenas, o de anhelar vehementemente las alabanzas, cuando realmente puedes amar el hecho de ser desconocido, estás muriendo a ti mismo.

Cuando puedes ver prosperar a tu hermano y ver sus necesidades satisfechas y puedes, honestamente, regocijarte con el en espíritu, y no sentir envidia alguna, sin cuestionar a Dios porque tus necesidades son mucho mayores y en circunstancias desesperadas, estás muriendo a ti mismo.

Cuando puedes recibir corrección y reprensión de alguien menos importante que tu, y puedes someterte humildemente, tanto interior como también exteriormente, sin que surja ninguna rebelión ni resentimiento dentro de tu corazón, estás muriendo a ti mismo.

Necesitas dejar morir tu Ego para que Dios tome el control de tu vida.

Yo, por mi parte, mediante la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.
Gálatas 2:19-20

sábado, 21 de marzo de 2009

Paz con Dios

Jesús murió en la cruz para comprar mi paz con Dios – y él está en el cielo ahora manteniendo esa paz, para mí y en mí. La paz que tenemos con Dios a través de Jesucristo distingue nuestra fe de las otras religiones.

En cada otra religión aparte del Cristianismo, el problema del pecado nunca está terminado. El dominio del pecado simplemente no ha sido quebrado. Por lo tanto no puede haber paz. “¡No hay paz para los malos!, ha dicho Jehová” (Isaías 48:22). Pero tenemos un Dios que provee paz perdonando nuestros pecados. Esta es la razón misma por la cual Jesús vino a la tierra: para traer paz a una humanidad llena de problemas y con miedo.

¿Cómo mantiene Jesús la paz de Dios para mí? Él lo hace de tres maneras:

· Primero, la sangre de Cristo removió la culpa de mi pecado. En ese sentido, Pablo dice, “Él es nuestra paz” (Efesios 2:14). Jesús hizo paz para mí a través de su sangre.

· Segundo, Cristo mantiene mi paz y gozo por la fe: “Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).

· Tercero, Jesús me regocija con la esperanza de entrar en la gloria. “Y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Romanos 5:2).

Para ponerlo de una manera simple, paz es la ausencia del miedo. Y una vida sin miedo es una vida llena de paz.

Cuando Jesús ascendió al cielo, él no solo disfrutó de la gloria que se le había otorgado. No, él fue al Padre para mantener la paz que ganó con tanto dolor para nosotros en el Calvario.

Nuestro Salvador está vivo en la gloria ahora mismo. Y él es completamente humano, con manos, pies, ojos, cabellos. Él también tiene las cicatrices en sus manos y en sus pies, y la herida en su costado. Él nunca desechó su humanidad; él todavía es un hombre en la gloria. Y ahora mismo, nuestro hombre en la eternidad está trabajando para asegurarse que nuestra paz que él nos dio cuando se fue, no nos la roben. Él está ministrando como nuestro sumo sacerdote, activamente ocupado en mantener su cuerpo en la tierra lleno de su paz. Y cuando él viene otra vez, él quiere que nosotros seamos “hallados por él…en paz” (2 Pedro 3:14).

Cuando yo peco, mi paz se interrumpe en dos áreas. Primero, mi conciencia me molesta y me acusa, y con buen motivo. Pero, segundo, las acusaciones de Satanás ponen miedo en mí. Yo creo que estas son las dos primeras áreas donde las intercesiones de Cristo se aplican a nosotros.

Primero, mi sumo sacerdote no permitirá que mi conciencia me tenga cautivo. Ni permitirá que las acusaciones de Satanás en contra mía no sean desafiadas. Cristo es mi abogado para con el Padre contra cualquier acusación del infierno. ¿Qué es un abogado? Es simplemente “mi amigo en la corte” Para los Cristianos, éste amigo en la corte es también el hijo del juez. Además, nuestro abogado es nuestro hermano. De hecho, vamos a heredar la fortuna del juez junto con él.

viernes, 13 de marzo de 2009

No tema, Fije sus Pensamientos en Jesús

Debemos escuchar cuidadosamente a las advertencias de los atalayas, pero no debemos obsesionarnos con las advertencias.

Debemos ser alertados y advertidos por los mensajes proféticos, y debemos de hacer caso a cada mensaje que es revelado y confirmado por las Escrituras. Debemos juntar todo el conocimiento que podamos acerca de la tormenta que se avecina, para preparar nuestros corazones para la destrucción que viene. ¡Pero no debemos de dejar que el temor ni la ansiedad consuman nuestros pensamientos, dominen nuestra mente, o se arraiguen en nuestro corazón!

La oscuridad verdaderamente viene, y el juicio está a nuestra puerta. Pero como pueblo de Dios, no podemos permitir que ninguna nube de oscuridad esconda la luz de las grandes promesas de Dios y del amor que y misericordia que él tiene para con su pueblo. Debemos estar bien informados por las palabras de Dios y de los profetas, pero no debemos permanecer en conocimiento profético de tal manera que llegue a controlar nuestras vidas.

Al diablo le encantaría que eso suceda. El sabe que si no puede lograr que usted dude en la Palabra de Dios acerca de su juicio, él lo llevará a otro extremo, empujándolo a que tenga una obsesión temerosa sobre los tiempos difíciles. El tratará de robarle a usted toda esperanza, al consumirlo con pensamientos de lo que se avecina.

El Apóstol Pablo nos vuelve a asegurar sobre estas cosas con ésta instructiva:

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8). Pablo nos está diciendo, “Ustedes han escuchado las advertencias. Ahora, simplemente hagan caso a lo que la palabra de Dios revela y a lo que los atalayas están diciendo. Luego, finalmente, fijen todos sus pensamientos en Jesús y sus bondades,”

Yo les había advertido fielmente de un holocausto económico mundial, y ya lo estamos viendo acontecer alrededor de todo el mundo. He advertido que los Cristianos van a sufrir – que habrán grandes pérdidas y dificultades. Ahora mismo, multitudes de santos preciosos están soportando increíbles tribulaciones. Pero estas cosas no son el enfoque de todas mis energías y ministerio. ¡No, la expresión profunda de mi alma es proclamar el amor de Dios el Padre y las tiernas misericordias de nuestro salvador Jesús!

Así que cuando voy a mi cama por la noche, yo sé que sólo él está en control de todas estas cosas. Yo simplemente hago lo que el profeta Isaías hizo: puso su mente a descansar confiando completamente en su Señor. Él dijo, “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).