lunes, 25 de enero de 2010

El Amor de Dios nunca Falla

Cuando David escribió las palabras del Salmo 13, él preguntó, “¿Hasta cuándo, Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? ¿Hasta cuándo tendré conflictos en mi alma, con angustias en mi corazón cada día? ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí?”Parecería como que David pensaba que Dios lo había abandonado completamente a que sufriese y a que despertase cada mañana con una nube negra sobre su vida. Por un tiempo, David habló con desesperación: “Dios, ¿continuará este sentimiento de aislamiento para siempre? ¿Cuándo serán contestadas mis oraciones?”Amados, cuando los problemas nos asaltan y aunque sabemos que amamos al Señor – cuando parece que no hay esperanza – nos hundimos bajo la presión. Ahora mismo, algunas personas que leen estas palabras están hundidas bajo la terrible presión de una situación que parece imposible de resolver. Están al borde de una desesperación total, deseando que una calma venga aunque fuera sólo para darle un pequeño descanso de sus problemasDavid pregunta, “¿Hasta cuándo tendré conflictos en mi alma…?” Aquí él habla de elaborar un plan tras el otro, tratando planear maneras de salir de sus problemas – pero todos los planes, todos los preparativos fallaron. Ahora él ya no tiene más soluciones, no le quedan ideas. Él había llegado al final de todo.¿Cómo se levantó David de este pozo de desesperación? “Mas yo en tu misericordia he confiado… Cantaré…”Permítame compartir con usted varias razones para continuar confiando mientras atraviesa las pruebas por la que está pasando: No importa cuán furiosa sea la tormenta, nuestro precioso Señor continuará alimentando a las aves del cielo, vistiendo a los lirios del campo y proveyendo de todas sus necesidades diarias a un océano lleno de peces. “Vuestro Padre celestial las alimenta…” Ningún ave cae al suelo sin que el ojo de vuestro Padre esté sobre ella.¿Qué clase de Padre alimentaría a todas las criaturas de la tierra pero descuidaría a sus hijos? Jesús nos exhortó a “no angustiarnos” sobre las necesidades y los problemas diarios, “porque El cuida de vosotros.”Verdaderamente el Señor lo ama a usted, y no pondrá un oído sordo a su clamor. Agárrese de él, continúe hacia adelante, espere pacientemente. Él nunca le fallará.

Que hacer cuando te sientas enojado?

22 Pero ahora yo les aseguro que cualquiera que se enoje con otro tendrá que ir a juicio. Cualquiera que insulte a otro será llevado a los tribunales. Y el que maldiga a otro será echado en el fuego del infierno.
23 “Por eso, si llevas al altar del templo una ofrenda para Dios, y allí te acuerdas de que alguien está enojado contigo,
24 deja la ofrenda delante del altar, ve de inmediato a reconciliarte con esa persona, y después de eso regresa a presentar tu ofrenda a Dios.

Mateo 5:22-24 (Biblia en Lenguaje Sencillo)

16 El sabio conoce el miedo y se cuida del peligro,pero el tonto es atrevido y se pasa de confiado.
17 El que pronto se enoja pronto hace tonterías, pero el que piensa en lo que hace muestra gran paciencia.

Proverbios 14:16,17 (Biblia en Lenguaje Sencillo)

8 Pero ahora tienen que dejar también todo esto: no se enojen, no busquen hacer el mal a otros, no ofendan a Dios ni insulten a sus semejantes,

Colosenses 3:8 (Biblia en Lenguaje Sencillo)

8 No des lugar al enojo ni te dejes llevar por la ira; eso es lo peor que puedes hacer.

Salmos 37:8 (Biblia en Lenguaje Sencillo)

vía: Estudios Bíblicos Cristianos.net

Oración en Tiempo de Angustia

En tiempos peligrosos como éstos, ¿no tiene la iglesia poder para hacer algo? ¿Nos sentaremos a esperar que Cristo regrese? O, ¿somos llamados a tomar medidas drásticas de algún tipo? Cuando todo el mundo a nuestro alrededor está temblando, con los corazones de los hombres llenos de miedo, ¿somos llamados a tomar las armas espirituales y batallar contra el adversario? El profeta Joel vio que se acercaba un día similar a Israel, uno de “densa oscuridad y tristeza”. Según Joel, el día de oscuridad que se aproximaba a Israel sería como nunca se había visto en su historia. El profeta clamó: “¡Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso” (Joel 1:15). ¿Cuál fue el consejo de Joel para Israel en aquella hora oscura? El trajo esta palabra: “Por eso…dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él?” (Joel 2:12-14). Mientras leo este pasaje, dos palabras me golpean fuertemente: “ahora - pues” Mientras la densa oscuridad caía sobre Israel, Dios se llamaba a su pueblo: “Por eso pues, ahora, a la hora de mi venganza, cuando me expulsaron de su sociedad, cuando la misericordia parece imposible, cuando la humanidad se ha burlado de mis advertencias, cuando el miedo y la tristeza cubren la tierra, ahora pues, les insto a que vuelvan a mí. Soy tardo para la ira, y soy conocido por retener mis juicios por una temporada, como hice con Josías. Mi pueblo puede orar y rogar por mi misericordia. Pero el mundo no se arrepentirá si dicen que no hay misericordia. ¿Ve usted el mensaje de Dios para nosotros en esto? Como su pueblo, podemos unirnos en oración y Él nos oirá. Podemos hacerle peticiones y saber que Él contestará las oraciones sinceras, eficaces y fervientes de sus santos.

Temor y Miedo

Los profetas nos advirtieron que cuando vemos a Dios sacudiendo a las naciones, y tiempos peligrosos nos acontecen, nuestra naturaleza temerá en gran manera. Ezequiel preguntó: “¿Estará firme tu corazón? ¿Serán fuertes tus manos en los días en que yo proceda contra ti?” (Ezequiel 22:14). Cuando Dios advirtió a Noé de su juicio venidero y le dijo que construya un arca, Noé, “con temor preparó el arca” (Hebreos 11:7). Aun osado y valiente, David dijo: “Mi carne se ha estremecido por temor de ti, y de tus juicios tengo miedo” (Salmos 119:120). Y cuando el profeta Habacuc vio que vendrían días desastrosos, clamó diciendo: “Oí, y se conmovieron mis entrañas; a la voz temblaron mis labios; pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; si bien estaré quieto en el día de la angustia” (Habacuc 3:16). Por favor, fíjese lo que dicen estos pasajes: El temor que vino sobre estos hombres de Dios, no fue carnal, sino un temor reverente hacia Dios. Estos santos no tenían miedo al enemigo de sus almas, pero si temían a los juicios justos de Dios. Y es porque ellos entendían el poder asombroso detrás de estas calamidades venideras. No temían al resultado de la tormenta, ¡sino a la santidad de Dios! Así mismo, cada uno de nosotros experimentará un temor abrumador en los tiempos venideros de destrucción y desastres. Pero nuestro temor debe venir de una reverencia santa hacia el Señor, y nunca de una ansiedad carnal sobre nuestro destino. Dios mira de lejos todo miedo pecaminoso en nosotros, el miedo de perder cosas materiales, riquezas o nuestro estándar de vida. Por todo el mundo hay gente llena de esta clase de temor, mientras ven a la economía de sus naciones deteriorarse. Tienen miedo de que una inundación económica arrase con todo aquello por lo que han trabajado durante toda su vida. Así es el llanto de los inconversos que no tienen esperanza. Este no debería ser el llanto de los creyentes. Verdaderamente, si usted es un hijo de Dios, su Padre celestial no soportará tal incredulidad en usted. Isaías advirtió: “¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor...y todo el día temiste continuamente del furor del que aflige...” (Isaías 51:12-13). “A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo.” (8:13). Que Dios sea su temor y su miedo. Esa clase de temor que lo lleva no a la muerte sino a la vida.